domingo, 30 de enero de 2011

Independencia Nacional, Fiestas Patrias y expresión del Carnaval Dominicano: visto desde una perspectiva psicosocial

de: Ike Méndez,
Por: Josefina Záiter M y Ángela Altagracia Fernández R
“El caribe está entre los lugares de la tierra que han sido destinados por su posición geográfica y su naturaleza privilegiada para ser fronteras de dos o mas imperios”.

Bosch, Juan: De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el caribe frontera imperial.
La española o isla de Santo Domingo, situada en el mismo corazón del caribe, es el único caso en el mundo donde conviven dos naciones con características, idiomas, idiosincrasias y culturas diferentes: República Dominicana, ocupa la parte oriental y la República de Haití, ocupa la parte occidental de la isla.
Desde la llegada de los europeos al continente americano y entrando por la isla de Santo Domingo, le dio el nombre de la Española, Cristóbal Colón, convirtiéndola en el asentamiento del imperio español, de donde partieron todos los colonizadores que surcaron los mares y avanzaron hacia la conquista de tierra firme o continental.
Desde ese entonces y hasta el año de 1844, cuando se produce la independencia, lo que hoy es República dominicana pasó más de 350 años entre coloniajes y ocupaciones por diferentes potencias europeas y por Haití. Con las dos ocupaciones norteamericana llevada a cabo en el siglo XX, convirtiendo a Santo Domingo en el país mas ocupado e intervenido del continente americano.
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En los primeros veinticinco años del siglo XIX, cuando toda América era un torbellino ideológico desarrollando su lucha emancipadora, esos vientos independentistas llegaron hasta Santo Domingo, quedando expresado en la lucha por el control de la colonia que llevaron a cabo Ciriaco Ramírez (liberal), quien planteaba la independencia de la colonia pura y simple y Juan Sánchez Ramírez (conservador), quien propuso la reincorporación de la colonia nuevamente a España, luego de la derrota de los franceses por los dominicanos, imponiéndose esta última hasta 1821, cuando la idea liberal fue retomada por José Núñez de Cáceres, valorando la idea de la integración a la Gran Colombia, disponiéndose a declarar la independencia del Santo Domingo Español; fracasando este intento, luego de tres meses, se dieron condiciones para que Jean Pierre Boyer, presidente de la república de Haití, asumiera unificar la isla hasta 1844.
Desde 1822 hasta 1844, conocido en la historiografía dominicana como la ocupación haitiana, o la unificación de la isla llevada a cabo por Jean Pierre Boyer, empezó siendo un gobierno revolucionario , por las medidas sociales que implementó, siendo las mas importantes de todas la abolición de la esclavitud de manera definitiva, aunque ya para 1826, la unificación empezó a provocar malestar en la población dominicana por el intento de los haitianos de desplazar al idioma español y la relegación de la religión católica, unido a la imposición del código rural, que lesionaba la pequeña propiedad mercantil.
A diferencia de lo sucedido en el resto de las posesiones españolas en América, en el Santo Domingo español, el final del orden colonial, no vino acompañado de la independencia, sino que la ocupación haitiana creó una situación muy sui generis, por lo que el pueblo dominicano quedaba integrado a un ordenamiento independiente, pero en calidad de minoría nacional subordinada.
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Los sistemas sociales, las mentalidades y los usos culturales en general eran muy distintos entre Haití y Santo Domingo. El gobierno haitiano no mostró disposición a respetar las peculiaridades de los dominicanos percibiéndolos como un colectivo primitivo y carente de significación. (Roberto Cassá, 2006)
Para la década del 30’ del siglo XIX, la juventud urbana dominicana, empezó a retomar las actividades culturales, especialmente el teatro, de mano de un joven recién llegado de Europa y los estados unidos, que logró aglutinar a su alrededor la juventud de entonces pertenecientes a la pequeña burguesía, a quienes les narraba sus experiencias acerca de los debates ideológicos que se realizaban en la Universidad de Barcelona y la rica vida cultural que se vivía allá.
Juan Pablo Duarte, al observar el panorama que vivían estos jóvenes bajo la ocupación haitiana, empezó creando la sociedad cultural, La trinitaria, para promover actividades recreativas, tertulias, lecturas de poemas y organizar presentaciones teatrales, con obras de carácter épicos, siendo los actores los miembros de esta organización, que fue perseguida y encarcelada por enviar mensajes subversivos a la población, viéndose obligado a desintegrarla, apareciendo luego, con el nombre de la dramática
De estas organizaciones es que nace el grupo de los trinitarios, una mezcla de revolucionario y romanticismo en mentalidades jóvenes, que soñaban con ver a Santo Domingo, libre de toda potencia extranjera, cristalizando su sueño el 27 de febrero de 1844.
Además de estas actividades culturales que disfrutaba un minúsculo grupo de la sociedad de entonces, las manifestaciones populares fueron reducidas a su mínima expresión desde antes de la ocupación. En 1818 Sebastián Kindelán, gobernador del Santo Domingo, español, dictó una serie de bandos que prohibían desde los bailes de noche en las calles sin licencia hasta la corrida de toros, no se permitía música, serenatas, y cantos al son de la guitarra pasada las diez de la noche. Dagoberto Tejeda, El Carnaval Dominicano, citando a Marcio Veloz Maggiolo: Mestizaje, identidad y cultura, (2006), a pesar de que estas manifestaciones se realizaban desde el siglo XVI cuando fueron traídas por los españoles a la isla.
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En este sentido, se han expresado los principales investigadores de las tradiciones populares dominicanas. Veamos: el historiador Carlos Dobal, sostiene, que ya para el siglo XVI existían las máscaras en las fiestas carnavalescas que se celebraban en los alrededores del casco colonial. Esta afirmación está avalada por documentos encontrados en los archivos de Simancas, España. De igual manera se expresa el investigador y folklorista Fradique Lizardo, quien asegura que durante las celebraciones de las carnestolendas coloniales las señoritas y las damas de la época, lanzaban desde los balcones, naranjas, cascarones de huevos y ampollas de cera llena de agua perfumada, especialmente a los funcionarios de la colonia, como una forma de mezclarlo con el pueblo. (Lizardo: 1973)
De igual modo Fray Cipriano de Utrera, recoge en su obra Santo Domingo: Dilucidaciones Histórica, que en 1724 ya había carnavales para conmemorar la asunción al trono español del Rey Carlos I, teniendo una duración de 8 días, igualmente, las fiestas de Santo Tomas de Aquino, el 28 de enero, llevada a cabo por los estudiantes universitarios, lo mismo que las fiestas patronales, en honor a Santiago Apóstol, Corpus Christi y para las carnestolendas.
Ya en la época republicana el Carnaval toma otra connotación y el pueblo lo une a las dos epopeyas de mayor significación durante el siglo XIX, que fueron la independencia frente a Haití en 1844 y la restauración de la República frente a España en 1865. Es por esta razón que tenemos carnaval el 27 de Febrero y el 16 de Agosto de cada año.
Conforme lo describe Tulio M. Cestero en su libro Ciudad Romántica, (1911), donde recoge el acontecer cotidiano de la ciudad de Santo Domingo de final del siglo XIX, presenta una serie de actividades, destacándose entre ellas las festividades del Carnaval, Semana Santa, Navidad, San Pedro y las fiestas celebradas en los barrios en honor de sus patronos.
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También recogen las crónicas de la época la visita a la ciudad de Santiago de los Caballeros en 1895 del apóstol de la libertad de Cuba, José Martí, acompañado del generalísimo, Máximo Gómez, quien posteriormente escribiera, “me recibe la charanga, con vals del país… los mamarrachos entran, y su música con ellos… salen de noche, cuando ya está cerca el carnaval. De tan insigne visita, el poeta popular don Tomas Morel, escribió: (Tejeda: 2008, 96-97)
Martí pasó por Santiago
En tiempo de carnaval.
Y ante una máscara alegre
Martí se puso a soñar.
Con la desaparición a finales del siglo XIX, del dictador Ulises Heureaux, se inicia el siglo XX, con un periodo de inestabilidad política, caracterizada por gobiernos efímeros, golpes de estado y luchas intercaudillistas que no propiciaron el escenario para que se estabilizara una propuesta que considerara a sectores mayoritarios de la sociedad dominicana.
Ya para el año 1910, cuando se respiraba un aire de cierta estabilidad política y social, surgen los clubes sociales de la èlite criolla, principales escenarios para la organización del carnaval, para ese año, además del corso florido que recorrió las calles de la ciudad, también se organizó un desfile fluvial por la rivera del Río Ozama de la ciudad de Santo Domingo. Tanto este evento, como otro de esa naturaleza contó con la asistencia del presidente Ramón Cáceres, quien al parecer compartía la opinión con la revista Cuna de América, cuando expresaba que el carnaval era un espectáculo bellísimo de los pocos que se puede ofrecer al pueblo, sin los horrores del circo romano, ni la sangre de las corridas de los toros españoles, tiene color, movimiento, entusiasmo, se ríe, se grita, se combate, pero no se muere. (García, Arredondo, Arévalo: 1987,19-24) citado por (Martínez, Fernández: 2005,77).
Luego de la ocupación norteamericana de 1916-1924, el esplendor del carnaval vuelve a copar los principales salones de fiestas de los clubes sociales, tanto la casa de España, club unión, entre otros, organizan fiestas de donde saldrán reinas las hijas de las principales familias de las élites sociales de entonces, estas actividades tenían un radio
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acción del casco colonial de la ciudad convirtiéndose en el espacio recreativo por excelencia, para los grupos dominantes.
Los sectores populares de los barrios de la ciudad de Santo Domingo San Miguel, Los Mina, Villa Duarte, Villa Francisca Villa Consuelo, entre otros tuvieron que desarrollar sus actividades carnavalescas en los alrededores del Parque Enriquillo, ubicado en un sector populoso de la ciudad capital, de donde salió el Carnaval Popular, esencia de lo que es el carnaval dominicano hoy día.
El gentío popular en la fiesta carnavalesca expresa un sentido de comunidad; fuera y frente a todas las formas existentes de estructura coercitiva social, económica y política. Hasta el apretujamiento de los cuerpos tiene sentido: el individuo se siente parte indisoluble de la colectividad, del gran cuerpo popular y desde ahí exorciza el miedo al mundo exterior. Por eso, en la fiesta se disfruta y se vive la libertad, que a su vez proporciona a los participantes más osadía. Se habla sobre el mundo y sobre el poder, sin evasiones ni silencios; se disuelven los tabúes y la relación humana se hace más flexible y más profunda. (Martínez, Fernández: 2005, 19)
La Celebración del Carnaval en la Sociedad Dominicana y su Vínculo con las Fiestas Patrias, se destaca y reviste interés dentro del presente trabajo, al dimensionar el hecho de que se da la particular situación de la celebración de acontecimientos históricos importantes, como la proclamación de la independencia nacional en 1844 y la Gesta Restauradora de la Republica en 1865, donde la participación popular se expresa e integra con la celebración de carnaval.
En este trabajo partimos del reconocimiento del carnaval como expresión del sentimiento popular. En tal sentido se considera reconocer la importancia de, cómo la dimensión popular de la celebración, cobra un sentido de identidad al ser asumida desde los sectores populares, manifestando sentimientos de júbilo, de alegría y de crítica social.
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Las expresiones populares y las manifestaciones de Carnaval, en nuestra sociedad, han sido poco reconocidas como expresión popular que se moviliza para conmemorar fechas patrias; ya que han predomino consideraciones que buscan destacar lo solemne y lo serio en cuanto a las celebraciones oficiales de las fiestas patrias, sobre todo,a mas de las veces se persigue asumir y dogmatizar en torno a lo serio ¨, lo formal, siendo que los desfiles militares, los actos oficiales y ceremonias, han sido formas predominantes, de manera especial, en los gobiernos dictatoriales en todo lo que implica la conmemoración de fiestas patrias.
Con este trabajo se busca destacar el sentido y relevancia que encierra el que en la conmemoración de hechos históricos ,se logre concitar la movilización popular dando apertura a que los sectores popular se involucren en una participación que posibilite dar un carácter cultural-pedagógico –educativo a la celebración.( Tejada:2008 )
Entre los estudios que se han realizado acerca del Carnaval dominicano ,cabe reconocer los trabajos de Marcio Veloz Maggiolo( 2006 ), Carlos Esteban Deive (2003) así como las publicaciones e investigaciones de Fradique Lizardo ,José del Castillo, Mañón Arredondo y Manuel García Arevalo (1987) , José Guerrero (2005 ) Y Dagoberto Tejeda (2008) .Desde estos se ha estudiado las expresiones del Carnaval en la sociedad dominicana y se pondera el sentido que como expresión popular este tiene y la manera en que evoluciona y se expresa en las diferentes condiciones socio-culturales .
El reconocimiento de las manifestaciones de Carnaval como expresión cultural de un pueblo, de una época adquiere importancia desde los estudios de Mijail Batjin acerca de ¨La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, ¨ con este estudio se hace posible dimensionar el sentido y el valor de ¨ El humor del pueblo en la plaza pública como un objeto digno de estudio desde el punto de vista cultural, histórico, folklórico o literario.¨ (1987:9)
Batjin va a reconocer el hecho de cómo las fiestas carnavalescas se oponen a la cultura oficial, al tono serio y religioso. Representando así otra visión del mundo y de la vida, de las relaciones humanas. (1987:11)
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Precisa Batjin, cómo el Carnaval: “Esta situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad es la vida misma, presentada con elementos característicos del juego” y puntualiza una de las posibilidades de expresión que conlleva la realización del Carnaval al señalar que : ¨ Los espectadores no asisten al carnaval sino que lo viven, ya que el Carnaval esta hecho para todo el pueblo…¨(1987:12-13)
Por su parte Julio Caro Baroja, al hacer referencia a la importancia que tiene el carnaval señala que el tiempo de duración en que se celebra el carnaval, se presenta cargado de intenciones sociales y psicológicas haciendo posible que durante unos días se pueda cambiar, expresarse libremente. Afirma que: ¨…el Carnaval, es una fiesta, en que se sintetizan y aúnan muchos intereses: los ritos, que se adscriben a ella reflejan mejor que nada esta síntesis, en la que las intenciones de los grupos sociales son mucho más claras.¨ (1965: 24)
El Carnaval es considerado como una fiesta en la cual el pueblo toma los lugares públicos, las calles, expresa su júbilo, su alegría, su libertad de trasformarse y transformar. El Carnaval para Ángel López Cantos (1992) es la fiesta popular por antonomasia y reconoce que aun cuando surge relacionado al calendario cristiano su realización desborda la reglamentación y la autoridad.
Para Marcio Veloz Maggiolo “El carnaval es un poco la fiesta del escape, de la cancelación por un momento de la personalidad real y de la conversión en elemento lúdico de los deseos y de la ansiedad de ser otro por un tiempo previsto.” (2006: 25)
Al referirse a las connotaciones de la celebración de carnaval en la sociedad dominicana, Veloz Maggiolo señala: “El carnaval es un producto de un ansia de libertad y de homogenización. Un igualitarismo se agita dentro de los que habitan la parte popular de los carnavales…
…El carnaval es granado y vivo cuando cada comunidad, cada pueblo, pueda darle su propia personalidad. “ En este sentido Marcio Veloz reconoce la integración de las tradiciones en el carnaval enfatizando que: “La creatividad no es criticable, lo que es criticable es que se quiera desvirtuar la tradición, quitar el sentido a lo que es la raíz.”
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Continua reconociendo que “la tradición es un factor clave en la búsqueda de nuestras diversas identidades.” (2006: 42)
Lo que significa el que desde las expresiones del carnaval se pueda realizar una labor educativa, lo reconoce Veloz Maggiolo cuando señala que “El carnaval y sus métodos pueden ser un mecanismo de autoconocimiento y entendimiento del mundo que nos rodea, del mundo cambiante que cada día nos exige también grandes o profundos cambios.” (2006: 44)
También se valora la posibilidad de crítica social que permiten las manifestaciones carnavalescas de las necesidades y sentimientos de los sectores populares.
En la sociedad dominicana los orígenes de las celebraciones de carnaval, evidentemente están en la época colonial, pero su permanencia expresa una evolución, en la cual se integra con elementos y situaciones propios del contexto social y político; y es entonces cuando se asume como una manifestación de la libre expresión de los sectores populares.
Los estudios realizados por José Guerrero (2007) y por Dagoberto Tejeda (2008)
acerca de la celebración del Carnaval dominicano , permiten dimensionar las expresiones del carnaval dominicano con los elementos de sentimiento de la dominicanidad y de la identidad dominicana desde los sectores populares.
Al referirse al carnaval y su evolución, señala Dagoberto Tejeda que: “El carnaval fue la fiesta por excelencia de la colonia, envolvió a todo el mundo, en espacios colectivos públicos y espacios exclusivos de las élites, en manifestaciones lúdicas, sociales y religiosas.
De todos los juegos, de todas las manifestaciones coloniales, el que ha persistido, ,manteniéndose presente en todos los momentos históricos, transformándose, enriqueciéndose, cuantitativa y cualitativamente , es el Carnaval, a tal punto que hoy es parte importante de la cultura popular dominicana y de de la identidad nacional” (2008:84)
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La celebración del Carnaval, con la fecha del 27 de febrero aniversario de la proclamación de la independencia del 1844, implica coincidencia con el inicio de la cuaresma en el calendario de fechas religiosas católicas. Esta coincidencia ha dado origen a planteamientos que, desde las jerarquías eclesiásticas propugnan por la separación de las celebraciones del Carnaval de las fiestas patrias y religiosas.
Es necesario reconocer la manera en que los sectores populares se han venido movilizando en torno a la fiesta de Carnaval y lo que ha tenido como consecuencia, en la sociedad dominicana, el que se halla reconocido su celebración como parte de las celebraciones de las fiestas patrias.
Ya desde 1848, durante el gobierno de Pedro Santana se asume esta celebración como fiesta nacional, siendo llamado el Carnaval de la Independencia.
La vinculación del Carnaval, como celebración y participación popular, con la conmemoración de fechas patrias también se pone de manifiesto en la celebración del 16 de Agosto, fecha en la que se celebra la Gesta de la Restauración de la Republica, luego de la anexión a España (1861 -1865), a este Carnaval se le denomina Carnaval de la Restauración.
Analizando el vinculo del Carnaval dominicano con la celebración de las fechas patrias, señala Dagoberto Tejeda lo siguiente: “En 1848, el presidente de la República Pedro Santana, mediante la ley 139, establece el calendario oficial de los días festivos y religiosos que debían celebrarse. Sobre esto, Fradique Lizardo, de acuerdo con José Guerrero, afirma que fue durante ese año cuando una disposición de Santana unió carnaval y fechas patrias con el objetivo de ampliar la base popular del evento patrio y de su propio gobierno, convirtiendo el carnaval de carnestolendas europeo en una manifestación patriótica, que luego seria conocida como el Carnaval de la Independencia. (2008: 88)
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En este sentido de lo que significa la relación entre fiestas patrias y carnaval también son relevantes las precisiones de José Guerrero (2007:54)…
“….El carnaval, las fechas patrias y las procesiones religiosas son los tres modos básico a través de los cuales ritualizamos nuestra identidad en el ámbito nacional…. En estos rituales se observan los mecanismos fundamentales de la dramatización del mundo o de la sociedad…. Los tres están relacionados, pero pueden ser analizados de manera particular… Es a través de ellos que la sociedad dominicana desdobla ante sí misma su imagen o construye aspectos fundamentales de su identidad nacional. ”
El citado autor lo representa en el siguiente esquema:
En lo que concierne al Carnaval de la Restauración cabe reconocer con Dagoberto Tejada lo siguiente: ¨Las expresiones de Carnaval fueron parte del júbilo y la alegría de las celebraciones populares del triunfo de la Restauración…
….De esta manera, la emergencia histórica del pueblo con el triunfo de la Gesta Restauradora enriqueció las manifestaciones populares…¨ (Tejeda. 2007: 93)
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Durante la ocupación norteamericana de 1916- 1924 se prohíbe la celebración de los carnavales. Dado que su celebración permitía la expresión callejera y daba apertura a la critica subversiva (Tejeda, 2008). A la salida de las tropas invasoras comparsas populares tomaron las calles cantando estribillos de:
¨
Se van, se van
Se van los diablos blancos,
Se van a parrandear y no vuelven más…¨
No es na ni na
Que el que no es de aquí se va
Viva el pabellón cruzado
Oh bandera tricolor
¡Vivan los dominicanos!
¡Viva nuestra nación ¡¨
(Ver Idem pag.113-114)
Durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) la celebración de los Carnavales se manipulo según los intereses del dictador, y se reafirmó el carácter elitista con la celebración de desfiles y bailes en los clubes de los sectores socio-económicamente más favorecidos. En los últimos años se ejerció control y represión sobre su celebración en los sectores populares.
Después de la caída de la dictadura de Trujillo las celebraciones de carnaval toman un giro dimensionándose la participación popular, de manera masiva en todas las regiones y provincias del país. Se expresan con nuevos énfasis personajes que en el marco de lo que venía siendo el teatro callejero, en la tradición del carnaval dominicano, como Roba la Gallina……, Califé (personaje capitaleño que asume denuncia social …… y se me muere Rebeca….el drama de la miseria…. (Guerrero,. 2005)
A partir de 1983 se desarrolla una actividad encaminada a reafirmar la naturaleza del Carnaval dominicano, como forma de expresión de los sentimientos de dominicanidad 12
y se va a reconocer el carácter pedagógico y cultural de la celebración en los distintos pueblos y regiones del país….
Las declaraciones y disposiciones, mediante
Los Decretos presidenciales 602- 02,del año 2002 y el 1330-04
Del año 2004 reconocen:
“…el Carnaval constituye una de las manifestaciones mas importantes de la diversidad cultural dominicana ¨
¨El Carnaval es una trascendente expresión cultural de nuestra identidad.¨
(Ver Tejada ,D. 2008 )
El Carnaval Cimarrón se celebra para anunciar la primavera en los pueblos del sur del país, tienen una estrecha relación con representaciones de la fertilidad de la tierra y la naturaleza. Este carnaval asume y exalta elementos vinculados a la afrodescendencia.
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Referencias Bibliográficas:
Bajtin, Mijail La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento.. Alianza Editorial. Madrid, 1987
Caro Baroja, Julio. El Carnaval, Análisis Histórico Cultural, editorial TAURUS, Madrid, 1965
Cassá, Robert. Historia Social y Económica de la República Dominicana, Tomo I, editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 2006
Cestero, Tulio Manuel. Ciudad Romántica, Paris, 1911
Enciclopedia Ilustrada Dominicana, Tomos 7 sobre historia, 9 sobre Cultura, Educación y Deporte. Editorial Eduprogreso, Santo Domingo, 2002
Fray Cipriano de Utrera. Santo Domingo: Dilucidaciones Históricas (I-II), Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, Santo Domingo, 1
1995.
Guerrero, Jose. El Carnaval Dominicano: Universalidad y singularidad. Revista Dominicna de Antropología. Editora de la UASD, Santo Domingo, 2001
____________ Fradique Lizardo. Cultura y Folklore en la República Dominicana. Santo Domingo. Editora Universitaria. Santo Domingo, 2005.
López Cantos, Ángel. Juegos, Fiestas y Diversiones en la América Española, editorial MAPFRE, Madrid, 1992.
Martínez, Gladys, Angela Fernández (2005). Poder, Clases Sociales y Carnaval en la Era de Trujillo. Tesis de maestría no publicada. Universidad Autónoma de Santo Domingo, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Santo Domingo
Tejeda, Dagoberto. El Carnaval Dominicano. Antecedentes, tradiciones y perspectivas. Santo Domingo. Editora Amigo del Hogar. Santo Domingo, 2008
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Veloz Maggiolo, Marcio. Mestizaje, identidad y cultura, editora Búho, Santo Domingo, 2006.


IX CONGRESO INTERNACIONAL
ASOCIACION DE HISTORIADORES
LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE (ADHILAC)