domingo, 30 de enero de 2011

Independencia Nacional, Fiestas Patrias y expresión del Carnaval Dominicano: visto desde una perspectiva psicosocial

de: Ike Méndez,
Por: Josefina Záiter M y Ángela Altagracia Fernández R
“El caribe está entre los lugares de la tierra que han sido destinados por su posición geográfica y su naturaleza privilegiada para ser fronteras de dos o mas imperios”.

Bosch, Juan: De Cristóbal Colón a Fidel Castro, el caribe frontera imperial.
La española o isla de Santo Domingo, situada en el mismo corazón del caribe, es el único caso en el mundo donde conviven dos naciones con características, idiomas, idiosincrasias y culturas diferentes: República Dominicana, ocupa la parte oriental y la República de Haití, ocupa la parte occidental de la isla.
Desde la llegada de los europeos al continente americano y entrando por la isla de Santo Domingo, le dio el nombre de la Española, Cristóbal Colón, convirtiéndola en el asentamiento del imperio español, de donde partieron todos los colonizadores que surcaron los mares y avanzaron hacia la conquista de tierra firme o continental.
Desde ese entonces y hasta el año de 1844, cuando se produce la independencia, lo que hoy es República dominicana pasó más de 350 años entre coloniajes y ocupaciones por diferentes potencias europeas y por Haití. Con las dos ocupaciones norteamericana llevada a cabo en el siglo XX, convirtiendo a Santo Domingo en el país mas ocupado e intervenido del continente americano.
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En los primeros veinticinco años del siglo XIX, cuando toda América era un torbellino ideológico desarrollando su lucha emancipadora, esos vientos independentistas llegaron hasta Santo Domingo, quedando expresado en la lucha por el control de la colonia que llevaron a cabo Ciriaco Ramírez (liberal), quien planteaba la independencia de la colonia pura y simple y Juan Sánchez Ramírez (conservador), quien propuso la reincorporación de la colonia nuevamente a España, luego de la derrota de los franceses por los dominicanos, imponiéndose esta última hasta 1821, cuando la idea liberal fue retomada por José Núñez de Cáceres, valorando la idea de la integración a la Gran Colombia, disponiéndose a declarar la independencia del Santo Domingo Español; fracasando este intento, luego de tres meses, se dieron condiciones para que Jean Pierre Boyer, presidente de la república de Haití, asumiera unificar la isla hasta 1844.
Desde 1822 hasta 1844, conocido en la historiografía dominicana como la ocupación haitiana, o la unificación de la isla llevada a cabo por Jean Pierre Boyer, empezó siendo un gobierno revolucionario , por las medidas sociales que implementó, siendo las mas importantes de todas la abolición de la esclavitud de manera definitiva, aunque ya para 1826, la unificación empezó a provocar malestar en la población dominicana por el intento de los haitianos de desplazar al idioma español y la relegación de la religión católica, unido a la imposición del código rural, que lesionaba la pequeña propiedad mercantil.
A diferencia de lo sucedido en el resto de las posesiones españolas en América, en el Santo Domingo español, el final del orden colonial, no vino acompañado de la independencia, sino que la ocupación haitiana creó una situación muy sui generis, por lo que el pueblo dominicano quedaba integrado a un ordenamiento independiente, pero en calidad de minoría nacional subordinada.
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Los sistemas sociales, las mentalidades y los usos culturales en general eran muy distintos entre Haití y Santo Domingo. El gobierno haitiano no mostró disposición a respetar las peculiaridades de los dominicanos percibiéndolos como un colectivo primitivo y carente de significación. (Roberto Cassá, 2006)
Para la década del 30’ del siglo XIX, la juventud urbana dominicana, empezó a retomar las actividades culturales, especialmente el teatro, de mano de un joven recién llegado de Europa y los estados unidos, que logró aglutinar a su alrededor la juventud de entonces pertenecientes a la pequeña burguesía, a quienes les narraba sus experiencias acerca de los debates ideológicos que se realizaban en la Universidad de Barcelona y la rica vida cultural que se vivía allá.
Juan Pablo Duarte, al observar el panorama que vivían estos jóvenes bajo la ocupación haitiana, empezó creando la sociedad cultural, La trinitaria, para promover actividades recreativas, tertulias, lecturas de poemas y organizar presentaciones teatrales, con obras de carácter épicos, siendo los actores los miembros de esta organización, que fue perseguida y encarcelada por enviar mensajes subversivos a la población, viéndose obligado a desintegrarla, apareciendo luego, con el nombre de la dramática
De estas organizaciones es que nace el grupo de los trinitarios, una mezcla de revolucionario y romanticismo en mentalidades jóvenes, que soñaban con ver a Santo Domingo, libre de toda potencia extranjera, cristalizando su sueño el 27 de febrero de 1844.
Además de estas actividades culturales que disfrutaba un minúsculo grupo de la sociedad de entonces, las manifestaciones populares fueron reducidas a su mínima expresión desde antes de la ocupación. En 1818 Sebastián Kindelán, gobernador del Santo Domingo, español, dictó una serie de bandos que prohibían desde los bailes de noche en las calles sin licencia hasta la corrida de toros, no se permitía música, serenatas, y cantos al son de la guitarra pasada las diez de la noche. Dagoberto Tejeda, El Carnaval Dominicano, citando a Marcio Veloz Maggiolo: Mestizaje, identidad y cultura, (2006), a pesar de que estas manifestaciones se realizaban desde el siglo XVI cuando fueron traídas por los españoles a la isla.
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En este sentido, se han expresado los principales investigadores de las tradiciones populares dominicanas. Veamos: el historiador Carlos Dobal, sostiene, que ya para el siglo XVI existían las máscaras en las fiestas carnavalescas que se celebraban en los alrededores del casco colonial. Esta afirmación está avalada por documentos encontrados en los archivos de Simancas, España. De igual manera se expresa el investigador y folklorista Fradique Lizardo, quien asegura que durante las celebraciones de las carnestolendas coloniales las señoritas y las damas de la época, lanzaban desde los balcones, naranjas, cascarones de huevos y ampollas de cera llena de agua perfumada, especialmente a los funcionarios de la colonia, como una forma de mezclarlo con el pueblo. (Lizardo: 1973)
De igual modo Fray Cipriano de Utrera, recoge en su obra Santo Domingo: Dilucidaciones Histórica, que en 1724 ya había carnavales para conmemorar la asunción al trono español del Rey Carlos I, teniendo una duración de 8 días, igualmente, las fiestas de Santo Tomas de Aquino, el 28 de enero, llevada a cabo por los estudiantes universitarios, lo mismo que las fiestas patronales, en honor a Santiago Apóstol, Corpus Christi y para las carnestolendas.
Ya en la época republicana el Carnaval toma otra connotación y el pueblo lo une a las dos epopeyas de mayor significación durante el siglo XIX, que fueron la independencia frente a Haití en 1844 y la restauración de la República frente a España en 1865. Es por esta razón que tenemos carnaval el 27 de Febrero y el 16 de Agosto de cada año.
Conforme lo describe Tulio M. Cestero en su libro Ciudad Romántica, (1911), donde recoge el acontecer cotidiano de la ciudad de Santo Domingo de final del siglo XIX, presenta una serie de actividades, destacándose entre ellas las festividades del Carnaval, Semana Santa, Navidad, San Pedro y las fiestas celebradas en los barrios en honor de sus patronos.
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También recogen las crónicas de la época la visita a la ciudad de Santiago de los Caballeros en 1895 del apóstol de la libertad de Cuba, José Martí, acompañado del generalísimo, Máximo Gómez, quien posteriormente escribiera, “me recibe la charanga, con vals del país… los mamarrachos entran, y su música con ellos… salen de noche, cuando ya está cerca el carnaval. De tan insigne visita, el poeta popular don Tomas Morel, escribió: (Tejeda: 2008, 96-97)
Martí pasó por Santiago
En tiempo de carnaval.
Y ante una máscara alegre
Martí se puso a soñar.
Con la desaparición a finales del siglo XIX, del dictador Ulises Heureaux, se inicia el siglo XX, con un periodo de inestabilidad política, caracterizada por gobiernos efímeros, golpes de estado y luchas intercaudillistas que no propiciaron el escenario para que se estabilizara una propuesta que considerara a sectores mayoritarios de la sociedad dominicana.
Ya para el año 1910, cuando se respiraba un aire de cierta estabilidad política y social, surgen los clubes sociales de la èlite criolla, principales escenarios para la organización del carnaval, para ese año, además del corso florido que recorrió las calles de la ciudad, también se organizó un desfile fluvial por la rivera del Río Ozama de la ciudad de Santo Domingo. Tanto este evento, como otro de esa naturaleza contó con la asistencia del presidente Ramón Cáceres, quien al parecer compartía la opinión con la revista Cuna de América, cuando expresaba que el carnaval era un espectáculo bellísimo de los pocos que se puede ofrecer al pueblo, sin los horrores del circo romano, ni la sangre de las corridas de los toros españoles, tiene color, movimiento, entusiasmo, se ríe, se grita, se combate, pero no se muere. (García, Arredondo, Arévalo: 1987,19-24) citado por (Martínez, Fernández: 2005,77).
Luego de la ocupación norteamericana de 1916-1924, el esplendor del carnaval vuelve a copar los principales salones de fiestas de los clubes sociales, tanto la casa de España, club unión, entre otros, organizan fiestas de donde saldrán reinas las hijas de las principales familias de las élites sociales de entonces, estas actividades tenían un radio
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acción del casco colonial de la ciudad convirtiéndose en el espacio recreativo por excelencia, para los grupos dominantes.
Los sectores populares de los barrios de la ciudad de Santo Domingo San Miguel, Los Mina, Villa Duarte, Villa Francisca Villa Consuelo, entre otros tuvieron que desarrollar sus actividades carnavalescas en los alrededores del Parque Enriquillo, ubicado en un sector populoso de la ciudad capital, de donde salió el Carnaval Popular, esencia de lo que es el carnaval dominicano hoy día.
El gentío popular en la fiesta carnavalesca expresa un sentido de comunidad; fuera y frente a todas las formas existentes de estructura coercitiva social, económica y política. Hasta el apretujamiento de los cuerpos tiene sentido: el individuo se siente parte indisoluble de la colectividad, del gran cuerpo popular y desde ahí exorciza el miedo al mundo exterior. Por eso, en la fiesta se disfruta y se vive la libertad, que a su vez proporciona a los participantes más osadía. Se habla sobre el mundo y sobre el poder, sin evasiones ni silencios; se disuelven los tabúes y la relación humana se hace más flexible y más profunda. (Martínez, Fernández: 2005, 19)
La Celebración del Carnaval en la Sociedad Dominicana y su Vínculo con las Fiestas Patrias, se destaca y reviste interés dentro del presente trabajo, al dimensionar el hecho de que se da la particular situación de la celebración de acontecimientos históricos importantes, como la proclamación de la independencia nacional en 1844 y la Gesta Restauradora de la Republica en 1865, donde la participación popular se expresa e integra con la celebración de carnaval.
En este trabajo partimos del reconocimiento del carnaval como expresión del sentimiento popular. En tal sentido se considera reconocer la importancia de, cómo la dimensión popular de la celebración, cobra un sentido de identidad al ser asumida desde los sectores populares, manifestando sentimientos de júbilo, de alegría y de crítica social.
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Las expresiones populares y las manifestaciones de Carnaval, en nuestra sociedad, han sido poco reconocidas como expresión popular que se moviliza para conmemorar fechas patrias; ya que han predomino consideraciones que buscan destacar lo solemne y lo serio en cuanto a las celebraciones oficiales de las fiestas patrias, sobre todo,a mas de las veces se persigue asumir y dogmatizar en torno a lo serio ¨, lo formal, siendo que los desfiles militares, los actos oficiales y ceremonias, han sido formas predominantes, de manera especial, en los gobiernos dictatoriales en todo lo que implica la conmemoración de fiestas patrias.
Con este trabajo se busca destacar el sentido y relevancia que encierra el que en la conmemoración de hechos históricos ,se logre concitar la movilización popular dando apertura a que los sectores popular se involucren en una participación que posibilite dar un carácter cultural-pedagógico –educativo a la celebración.( Tejada:2008 )
Entre los estudios que se han realizado acerca del Carnaval dominicano ,cabe reconocer los trabajos de Marcio Veloz Maggiolo( 2006 ), Carlos Esteban Deive (2003) así como las publicaciones e investigaciones de Fradique Lizardo ,José del Castillo, Mañón Arredondo y Manuel García Arevalo (1987) , José Guerrero (2005 ) Y Dagoberto Tejeda (2008) .Desde estos se ha estudiado las expresiones del Carnaval en la sociedad dominicana y se pondera el sentido que como expresión popular este tiene y la manera en que evoluciona y se expresa en las diferentes condiciones socio-culturales .
El reconocimiento de las manifestaciones de Carnaval como expresión cultural de un pueblo, de una época adquiere importancia desde los estudios de Mijail Batjin acerca de ¨La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento, ¨ con este estudio se hace posible dimensionar el sentido y el valor de ¨ El humor del pueblo en la plaza pública como un objeto digno de estudio desde el punto de vista cultural, histórico, folklórico o literario.¨ (1987:9)
Batjin va a reconocer el hecho de cómo las fiestas carnavalescas se oponen a la cultura oficial, al tono serio y religioso. Representando así otra visión del mundo y de la vida, de las relaciones humanas. (1987:11)
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Precisa Batjin, cómo el Carnaval: “Esta situado en las fronteras entre el arte y la vida. En realidad es la vida misma, presentada con elementos característicos del juego” y puntualiza una de las posibilidades de expresión que conlleva la realización del Carnaval al señalar que : ¨ Los espectadores no asisten al carnaval sino que lo viven, ya que el Carnaval esta hecho para todo el pueblo…¨(1987:12-13)
Por su parte Julio Caro Baroja, al hacer referencia a la importancia que tiene el carnaval señala que el tiempo de duración en que se celebra el carnaval, se presenta cargado de intenciones sociales y psicológicas haciendo posible que durante unos días se pueda cambiar, expresarse libremente. Afirma que: ¨…el Carnaval, es una fiesta, en que se sintetizan y aúnan muchos intereses: los ritos, que se adscriben a ella reflejan mejor que nada esta síntesis, en la que las intenciones de los grupos sociales son mucho más claras.¨ (1965: 24)
El Carnaval es considerado como una fiesta en la cual el pueblo toma los lugares públicos, las calles, expresa su júbilo, su alegría, su libertad de trasformarse y transformar. El Carnaval para Ángel López Cantos (1992) es la fiesta popular por antonomasia y reconoce que aun cuando surge relacionado al calendario cristiano su realización desborda la reglamentación y la autoridad.
Para Marcio Veloz Maggiolo “El carnaval es un poco la fiesta del escape, de la cancelación por un momento de la personalidad real y de la conversión en elemento lúdico de los deseos y de la ansiedad de ser otro por un tiempo previsto.” (2006: 25)
Al referirse a las connotaciones de la celebración de carnaval en la sociedad dominicana, Veloz Maggiolo señala: “El carnaval es un producto de un ansia de libertad y de homogenización. Un igualitarismo se agita dentro de los que habitan la parte popular de los carnavales…
…El carnaval es granado y vivo cuando cada comunidad, cada pueblo, pueda darle su propia personalidad. “ En este sentido Marcio Veloz reconoce la integración de las tradiciones en el carnaval enfatizando que: “La creatividad no es criticable, lo que es criticable es que se quiera desvirtuar la tradición, quitar el sentido a lo que es la raíz.”
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Continua reconociendo que “la tradición es un factor clave en la búsqueda de nuestras diversas identidades.” (2006: 42)
Lo que significa el que desde las expresiones del carnaval se pueda realizar una labor educativa, lo reconoce Veloz Maggiolo cuando señala que “El carnaval y sus métodos pueden ser un mecanismo de autoconocimiento y entendimiento del mundo que nos rodea, del mundo cambiante que cada día nos exige también grandes o profundos cambios.” (2006: 44)
También se valora la posibilidad de crítica social que permiten las manifestaciones carnavalescas de las necesidades y sentimientos de los sectores populares.
En la sociedad dominicana los orígenes de las celebraciones de carnaval, evidentemente están en la época colonial, pero su permanencia expresa una evolución, en la cual se integra con elementos y situaciones propios del contexto social y político; y es entonces cuando se asume como una manifestación de la libre expresión de los sectores populares.
Los estudios realizados por José Guerrero (2007) y por Dagoberto Tejeda (2008)
acerca de la celebración del Carnaval dominicano , permiten dimensionar las expresiones del carnaval dominicano con los elementos de sentimiento de la dominicanidad y de la identidad dominicana desde los sectores populares.
Al referirse al carnaval y su evolución, señala Dagoberto Tejeda que: “El carnaval fue la fiesta por excelencia de la colonia, envolvió a todo el mundo, en espacios colectivos públicos y espacios exclusivos de las élites, en manifestaciones lúdicas, sociales y religiosas.
De todos los juegos, de todas las manifestaciones coloniales, el que ha persistido, ,manteniéndose presente en todos los momentos históricos, transformándose, enriqueciéndose, cuantitativa y cualitativamente , es el Carnaval, a tal punto que hoy es parte importante de la cultura popular dominicana y de de la identidad nacional” (2008:84)
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La celebración del Carnaval, con la fecha del 27 de febrero aniversario de la proclamación de la independencia del 1844, implica coincidencia con el inicio de la cuaresma en el calendario de fechas religiosas católicas. Esta coincidencia ha dado origen a planteamientos que, desde las jerarquías eclesiásticas propugnan por la separación de las celebraciones del Carnaval de las fiestas patrias y religiosas.
Es necesario reconocer la manera en que los sectores populares se han venido movilizando en torno a la fiesta de Carnaval y lo que ha tenido como consecuencia, en la sociedad dominicana, el que se halla reconocido su celebración como parte de las celebraciones de las fiestas patrias.
Ya desde 1848, durante el gobierno de Pedro Santana se asume esta celebración como fiesta nacional, siendo llamado el Carnaval de la Independencia.
La vinculación del Carnaval, como celebración y participación popular, con la conmemoración de fechas patrias también se pone de manifiesto en la celebración del 16 de Agosto, fecha en la que se celebra la Gesta de la Restauración de la Republica, luego de la anexión a España (1861 -1865), a este Carnaval se le denomina Carnaval de la Restauración.
Analizando el vinculo del Carnaval dominicano con la celebración de las fechas patrias, señala Dagoberto Tejeda lo siguiente: “En 1848, el presidente de la República Pedro Santana, mediante la ley 139, establece el calendario oficial de los días festivos y religiosos que debían celebrarse. Sobre esto, Fradique Lizardo, de acuerdo con José Guerrero, afirma que fue durante ese año cuando una disposición de Santana unió carnaval y fechas patrias con el objetivo de ampliar la base popular del evento patrio y de su propio gobierno, convirtiendo el carnaval de carnestolendas europeo en una manifestación patriótica, que luego seria conocida como el Carnaval de la Independencia. (2008: 88)
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En este sentido de lo que significa la relación entre fiestas patrias y carnaval también son relevantes las precisiones de José Guerrero (2007:54)…
“….El carnaval, las fechas patrias y las procesiones religiosas son los tres modos básico a través de los cuales ritualizamos nuestra identidad en el ámbito nacional…. En estos rituales se observan los mecanismos fundamentales de la dramatización del mundo o de la sociedad…. Los tres están relacionados, pero pueden ser analizados de manera particular… Es a través de ellos que la sociedad dominicana desdobla ante sí misma su imagen o construye aspectos fundamentales de su identidad nacional. ”
El citado autor lo representa en el siguiente esquema:
En lo que concierne al Carnaval de la Restauración cabe reconocer con Dagoberto Tejada lo siguiente: ¨Las expresiones de Carnaval fueron parte del júbilo y la alegría de las celebraciones populares del triunfo de la Restauración…
….De esta manera, la emergencia histórica del pueblo con el triunfo de la Gesta Restauradora enriqueció las manifestaciones populares…¨ (Tejeda. 2007: 93)
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Durante la ocupación norteamericana de 1916- 1924 se prohíbe la celebración de los carnavales. Dado que su celebración permitía la expresión callejera y daba apertura a la critica subversiva (Tejeda, 2008). A la salida de las tropas invasoras comparsas populares tomaron las calles cantando estribillos de:
¨
Se van, se van
Se van los diablos blancos,
Se van a parrandear y no vuelven más…¨
No es na ni na
Que el que no es de aquí se va
Viva el pabellón cruzado
Oh bandera tricolor
¡Vivan los dominicanos!
¡Viva nuestra nación ¡¨
(Ver Idem pag.113-114)
Durante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (1930-1961) la celebración de los Carnavales se manipulo según los intereses del dictador, y se reafirmó el carácter elitista con la celebración de desfiles y bailes en los clubes de los sectores socio-económicamente más favorecidos. En los últimos años se ejerció control y represión sobre su celebración en los sectores populares.
Después de la caída de la dictadura de Trujillo las celebraciones de carnaval toman un giro dimensionándose la participación popular, de manera masiva en todas las regiones y provincias del país. Se expresan con nuevos énfasis personajes que en el marco de lo que venía siendo el teatro callejero, en la tradición del carnaval dominicano, como Roba la Gallina……, Califé (personaje capitaleño que asume denuncia social …… y se me muere Rebeca….el drama de la miseria…. (Guerrero,. 2005)
A partir de 1983 se desarrolla una actividad encaminada a reafirmar la naturaleza del Carnaval dominicano, como forma de expresión de los sentimientos de dominicanidad 12
y se va a reconocer el carácter pedagógico y cultural de la celebración en los distintos pueblos y regiones del país….
Las declaraciones y disposiciones, mediante
Los Decretos presidenciales 602- 02,del año 2002 y el 1330-04
Del año 2004 reconocen:
“…el Carnaval constituye una de las manifestaciones mas importantes de la diversidad cultural dominicana ¨
¨El Carnaval es una trascendente expresión cultural de nuestra identidad.¨
(Ver Tejada ,D. 2008 )
El Carnaval Cimarrón se celebra para anunciar la primavera en los pueblos del sur del país, tienen una estrecha relación con representaciones de la fertilidad de la tierra y la naturaleza. Este carnaval asume y exalta elementos vinculados a la afrodescendencia.
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Referencias Bibliográficas:
Bajtin, Mijail La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento.. Alianza Editorial. Madrid, 1987
Caro Baroja, Julio. El Carnaval, Análisis Histórico Cultural, editorial TAURUS, Madrid, 1965
Cassá, Robert. Historia Social y Económica de la República Dominicana, Tomo I, editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 2006
Cestero, Tulio Manuel. Ciudad Romántica, Paris, 1911
Enciclopedia Ilustrada Dominicana, Tomos 7 sobre historia, 9 sobre Cultura, Educación y Deporte. Editorial Eduprogreso, Santo Domingo, 2002
Fray Cipriano de Utrera. Santo Domingo: Dilucidaciones Históricas (I-II), Publicaciones del Sesquicentenario de la Independencia Nacional, Santo Domingo, 1
1995.
Guerrero, Jose. El Carnaval Dominicano: Universalidad y singularidad. Revista Dominicna de Antropología. Editora de la UASD, Santo Domingo, 2001
____________ Fradique Lizardo. Cultura y Folklore en la República Dominicana. Santo Domingo. Editora Universitaria. Santo Domingo, 2005.
López Cantos, Ángel. Juegos, Fiestas y Diversiones en la América Española, editorial MAPFRE, Madrid, 1992.
Martínez, Gladys, Angela Fernández (2005). Poder, Clases Sociales y Carnaval en la Era de Trujillo. Tesis de maestría no publicada. Universidad Autónoma de Santo Domingo, Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Santo Domingo
Tejeda, Dagoberto. El Carnaval Dominicano. Antecedentes, tradiciones y perspectivas. Santo Domingo. Editora Amigo del Hogar. Santo Domingo, 2008
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Veloz Maggiolo, Marcio. Mestizaje, identidad y cultura, editora Búho, Santo Domingo, 2006.


IX CONGRESO INTERNACIONAL
ASOCIACION DE HISTORIADORES
LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE (ADHILAC)

sábado, 29 de enero de 2011

The Black Jacobins

The Black Jacobins, by C.L.R. James.

An interesting historical account, The Black Jacobins, by C.L.R. James, examines the Haitian (San Domingo) Revolution of 1791-1803. Throughout the book, James takes an original look at revolution by analyzing revolutionary potential and progress according to economic and class distinctions, rather than racial distinctions.
James intriguingly interweaves the goings on of the French Revolution with the Haitian Revolution, and relates the events and influences of each to one another. San Domingo is the ultimate French colony, and also the focal point of the African slave trade for the French empire. Because of this, France's struggles with the United States, Britain, and within its own varying social classes, invariably affect the progress of the revolution in San Domingo. Because, for James, class distinctions are stressed over those of race, he sees the French Revolution as not only a background, but a heavy influence on the Haitian Revolution as well. Events such as the proletariat uprisings and the taking of the Bastille have heavy impacts on the Slaves of San Domingo.
The Black Jacobins also focuses on Toussaint L'Ouverture as the revolutionary spearhead and organizational leader. L'Ouverture's life and his leadership of the revolution are examined as well as the revolution itself. He is credited with uniting the revolutionary forces, as well as leading many of the most important battles. His influence, as well as that of the French Revolution, is a main propellant of the book. He spearheads the revolution nearly to the end when he is captured, and then some of his most powerful generals, Moise and Dessalines, complete the revolution.
Over the course of the text, L'Ouverture comes to act almost as a tragic hero, and this is where the fine line between accurate history and historical literature is blurred, because although The Black Jacobins is probably the best account of the revolution that exists, it can seem idealistic at times. This idealism might be one reason it has become such an influential book. It has become a touch stone for thinking about the decolonization struggle.


Thanks to: Aquino Fermin, for the posting.

viernes, 28 de enero de 2011

Carta a: Poncio Pou Saleta

Por: Fatima Portorreal  
Tomado de blogspot: Guabancex, Viento y Agua


Se marcha el abuelo con sus historias y verdades contingentes. Se encamina con seguridad atravesando el puente; al mundo de los sueños o al sacro santo absoluto donde mora lo sagrado. Ha sido imposible frenar tu partida. Necesitabas irte a charlar con los muchachos que partieron antes que tú, en plena soledad, entre las frías aguas de Maimón y Estero Hondo o en las verdes montañas del macizo central, Constanza. No te podemos detener con tentativas afectivas y meditaciones profundas sobre el devenir de nuestro país.
Así tiene que ser, este lugar ya no satisface la memoria por la que luchaste. Las libertades se pierden, se afirma la corrupción y los carteles democráticos son ruinas en los sótanos del Congreso. Sabes muy bien que ya no se hacen esfuerzos, lo individual atraviesa al Congreso, aumentan sus salarios y disponen de “el Barrilito” mientras se engalanan con disfraces de corderos.
Los hombres y mujeres que trabajan la tierra y las fábricas no son tomados en cuenta, los salarios siguen siendo miserables y con pretensiones de ser más bajos por las nuevas cargas fiscales que se avecinan. ¿Han fracasados estos nuevos muchachos? No puedo mentir abuelo… Se olvidaron de tu memoria y del sacrificio de tantos hombres y mujeres que con dignidad y una ética incorruptible que entregaron lo mejor de sí por este país y hasta sus vidas. La memoria de los caídos en Constanza Maimón y Estero Hondo es una prueba imperativa de hallar justicia, de vencer la impunidad, de llevar a cabo la reparación del duelo y de encontrar la cura para sanar este drama histórico de dolor, desaliento, traiciones, corrupciones e irresponsabilidades al hacer la cosa pública.
Estoy aquí diciéndote abuelo, que haremos actos de reparación, que no permitiremos que sigan muriendo nuestros/ niños/as por dengue y  falta de alimento. Te aseguro que los bosques tendrán más árboles y las especies nativas y endémicas reverdecerán la foresta. Te prometemos abuelo que tú memoria la escucharan los poetas y los niños de la calle. Los/as trabajadores/as levantaran la cabeza reconociendo que tu obra se prolonga en el tiempo y la existencia de los caídos en el 1959 permanecerá en los actos de reparación de las riquezas materiales y espirituales que ha sido vulneradas por la violencia. Hoy te despido abuelo con dolor y te prometo que nunca dejaremos que el olvido te alcance.

sábado, 22 de enero de 2011

Eduardo Brito: El mejor y mas famoso barítono Dominicano

En el manicomio, a las cinco de la mañana uno de los barrenderos gritó
“Se murió Brito, ya salimos de ese loco”



Su verdadero nombre era Eleuterio Aragonez, nació en Puerto Plata, en 1906. Oficialmente se conoce su fecha de nacimiento como el 22 de enero, aunque existen dudas sobre la exactitud del dato.
Brito tuvo una niñez pobre. Trabajó como limpiabotas, dulcero, aprendiz de boxeador, etc. Pero a medida que su voz se revelaba extraordinaria, su vida fue tomando otros rumbos.

Su mundo limitado de serenatas y canciones entre amigos, se ensanchó rápidamente desde que en 1926 se puso bajo la protección artística del maestro Julio Alberto Hernández.
En 1927, en un banquete ofrecido al doctor José Dolores Alfonseca y el licenciado Abigail Montás, se dio a conocer a la prensa capitaleña. Participó con un programa a base de canciones y trozos de operetas. La reseña del “Listín Diario” dice: “Ignorábamos que existiese en Santo Domingo un cantante de sus condiciones. Y lo más extraordinario del caso es que no posee ninguna cultural musical. En él, todo es instintivo, espontáneo, innato. Ha sido una verdadera revelación.”

Para entonces Brito había cantado desde Santiago y en casi todo El Cibao, San Pedro de Macorís y la capital. Y se pedía una beca, que nunca se consiguió, para que “el joven barítono” pudiese ir a Italia a estudiar. En 1928 conoció a la vedette Rosa Elena Bobadilla, que habría de convertirse en su esposa y compañera inseparable. La boda se celebró el 3 de noviembre de ese año y a los pocos días ambos se presentaron en Haití con un cuadro artístico al que denominaron “Los Internacionales”. Este grupo, integrado por seis personas, se disgregó en Curazao, segunda etapa de la gira artística internacional iniciada en Haití. Eduardo y Rosa Elena Brito quedaron solos y se unieron a la compañía cubana de Margot Rodríguez, con la que se presentaron en Puerto Rico. Luego regresaron a Santo Domingo.
En 1929, el “Grupo Dominicano”, en el que figuraban, además de Brito, Bienvenido Troncoso, Chita Jimenez y Enrique García, viajó a Nueva York para grabar unos discos que a partir de 1930 tuvieron mucho éxito. Cuando los demás integrantes del grupo regresaron a Santo Domingo, Brito se quedó en Nueva York y siguió grabando para RCA Victor con la orquesta de Vigil y Robles.
Actuó en el salón imperial del Wardof Astoria y trabajó en compañía de su esposa en los circuitos del teatro RKO y Lowe State. Además, los esposos Brito fueron atracción en “El Chico”, junto a los bailarines Antonio y Catalina Cansino, padres de la que sería la gran estrella cinematográfica Rita Hayworth.
Dorothy Caruso, viuda del inmortal Enrico Caruso, en una entrevista privada tuvo la ocasión de oír cantar a Brito y quedó cautivada con la voz de éste. Brito estudió con el maestro Serafini, quien lo instó a que renunciara al canto popular y se consagrara al estudio de la técnica vocal, música, idiomas, etc. Pero Brito no podía entregarse al estudio debido a las obligaciones familiares que había contraído. Las dotes naturales de Brito le permitieron usar una extensa tesitura de barítono, que a veces alcanzaba la altura de tenor.
En 1932, Brito formó parte, como una de las figuras estelares, de una compañía creada por Eliseo Grenet para debutar en España. Junto al barítono dominicano, estaban también su esposa Rosa Elena, Mapy y Fernando Cortés y otras estrellas. En el Teatro Nuevo de Barcelona, Brito alcanzó ovaciones reservadas sólo a los grandes elegidos, al interpretar “La Virgen Morena”, de Riancho y Grenet. Éste fue sólo el inicio de una exitosa carrera artística en la Madre Patria. Luego el gran público en Madrid, Valencia, Zaragoza, Islas Canarias, etc., le premiaría con sus aplausos.
“La Virgen Morena – dice una crítica del Teatro Principal Palace – alcanzó un éxito rotundo. Eduardo Brito tuvo una noche feliz, desempeñando su papel de modo irreprochable, como actor y como cantante, viéndose obligado a repetir la romanza del primer acto, y otros números del segundo acto, entre atronadores aplausos.”
Igual que con “La Virgen Morena”, Brito alcanzó grandes éxitos en España con “Katiuska”, “Luisa Fernanda”, “La del Soto del Parral”, “El Cantar del Arriero”, “La del Manojo de Rosas”, “El Asombro de Damasco”, y sobre todo con “Los Gavilanes”.
Eduardo Brito se vio perseguido por las guerras: primero fue la guerra civil española y luego la Segunda Guerra Mundial. Junto a su esposa y su cuñada Kuki Bobadilla, se embarcó en Amberes rumbo a la patria. Llegaron al país el 23 de julio de 1937.

El próximo viaje sería a Puerto Rico, la plaza donde más cariño se le demostró siempre. De allí pasaron a Nueva York, donde se presentaron en el Roxy, Radio City y otros establecimientos.
De Nueva York pasó a Cuba, donde cantó en la CMQ y en el Teatro Nacional. Su interpretación de “Marina”, junto al tenor español Hipólito Lázaro, fue muy celebrada en La Habana.
De vuelta en Santo Domingo inició una gira suspiciada por el empresario dominicano Mario Ginebra. En Venezuela y Colombia realizó una temporada de zarzuelas con el maestro Carretero (“Los Gavilanes”, “Luisa Fernanda”, etc.). En la misma compañía figuraba el joven barítono Carlos Ramírez, quien quedó notablemente impresionado por la voz del dominicano.

Tras una brillante presentación en Panamá, vino a Santo Domingo para bautizar su primer hijo.
Se dirigió más tarde a Puerto Rico y con su esposa y sus dos niños volvió a Nueva York. En la clínica Mayo le fué diagnosticada Sífilis avansada lo que le trajo  como consecuencia la fatídica enfermedad mental que acabaría con la fulgurante carrera de Brito, quien se reintegró a la patria, pero ya no era el mismo hombre.
Todavía se presentó en varios teatros y en “La Voz del Yuma”, pero ya no podía cumplir con sus contratos: su voz se extinguía y hablaba sin coordinación. Terminó sus días en el manicomio. Julio González Herrera, en su libro “Cosas de Locos”, describe así las últimas horas de Brito: “A las dos de la mañana, alguien oyó el susurro turbio y melancólico de una voz que parecía salir de una caverna.”

Eduardo Brito sufría una sífilis cerebral y este padecimiento le producía delirios y otros trastornos nerviosos. Por esta causa recibió, entre 1942 y 43, numerosas inyecciones de bismuto. Es una etapa muy penosa de su existencia que solo terminaría con su muerte.
El doctor Apolinar De los Santos (Polín), uno de los psiquiatras que le conocieron en el Manicomio de Nigua, narró cómo se reunían los pacientes para escucharl a Eduardo cuando en sus delirios comenzaba a cantar durante horas. También señala el hecho de sus interpretaciones del Ave María de Franz Schubert, mientras se bañaba en las aguas del mar Caribe en la zona de Nigua donde se encontraba el psiquiátrico.
¡Virgen de la Altagracia! Y a continuación, una serie de palabras disparatadas dichas en un inconsciente balbuceo.
A las cinco de la mañana, uno de los barrenderos gritó de voz en cuello: “Se murió Brito, ya salimos de ese “loco”.”

Era la madrugada del 5 de enero de 1946. Fue un día lluvioso; en la noche, Tan sólo 32 personas presenciarion su entierro.


martes, 4 de enero de 2011

A:Theophilus ¨Primo¨ Chiverton y Daniel ¨Linda¨ Henderson: RIP


Los "Cocolos"
José E. Marcano M.
¨Mi país, conociendo mi país,
República Dominicana¨
http://www.jmarcano.com/mipais/indice.html#indice



El término cocolo
Turquimanes y santomeros                                                                    
La inmigración cocola
Instituciones sociales cocolas
Los cocolos y los deportes
Danzas, bailes y representaciones cocolas
La comida cocola




Desde el momento que los españoles llegaron a nuestra isla, y quizás antes si tenemos en cuenta las relaciones taínos-caribes, empieza a ocurrir un proceso más o menos complejo de relaciones raciales y culturales. En los primeros años, estas relaciones son entre europeos, principalmente españoles, y la población indígena nativa; posteriormente, intervienen en este proceso otros pueblos inmigrantes, principalmente originarios de África.
Uno de los grupos étnicos inmigrantes es el de los cocolos, provenientes de las Antillas Mayores y las Bahamas. La cultura (o subcultura)cocola es la reinterpretación de elementos culturales ingleses unidos a elementos culturales africanos por los esclavos y sus descendientes en las islas caribeñas de habla inglesa.
El término cocolo

El término cocolo tiene un origen oscuro. Según Miguel Alfonzo, el mote le fue puesto a los braceros barloventinos a su llegada por los braceros azucareros dominicanos, quienes procedían en gran proporción del suroeste dominicano donde llamaban cocolos a los negros haitianos que atravesaban la frontera. Pedro Mir también dice que esa palabra significa "negro haitiano", sustentándose en que ya en 1844 el sacerdote limeño Gaspar Hernández utilizaba la palabra cocolo como sinónimo de haitiano: "Te felicito a ti y a todos los dominicanos por haber sacudido el yugo de los mañeses-cocolos,..." (carta Baltasar Morcelo, pocos días después del 27 de febrero de 1844). Un poema anterior a 1900 de José Joaquín Pérez se titula Cocolito pero se refiere a un niño indígena.
Sin embargo, en la actualidad no se aplica ni a haitianos ni a indios sino a descendientes de inmigrantes antillanos de habla inglesa (también, aunque es raro, a francoparlantes de Guadalupe y Martinica). La palabra tuvo, inicialmente, un sentido peyorativo ("inmensamente insultante", dice Pedro Mir) pero actualmente sirve para designar indistintamente a los afroantillanos y sus descendientes venidos al país a fines del siglo 19 y principios del 20. Este movimiento migratorio empezó a ocurrir desde la abolición de la esclavitud en las antiguas colonias inglesas, francesas, danesas, etc., y la industria azucarera entró en crisis durante el siglo 19, afectando principalmente a las pequeñas islas que dependían casi exclusivamente del cultivo de la caña de azúcar.
"Turquilanes" y "santomeros"                               
La inmigración de antiguos esclavos y sus descendientes empezó en pequeña escala antes del desarrollo de la industria azucarera en la República Dominicana, aunque los inmigrantes se ubicaron preferentemente en comunidades costeras con puertos activos (Sánchez, Samaná, Monte Cristi, Puerto Plata). Los principales puertos dominicanos se encontraban en la "Banda Norte" por lo que una gran mayoría de estos inmigrantes provenían de las Bahamas y las Islas Turcas, especialmente en Puerto Plata, debido a la proximidad.
Los primeros inmigrantes de las Islas Turcas empezaron a llegar a Puerto Plata después de la Restauración, mucho antes de que se estableciera la industria azucarera moderna. Fueron carpiteros, herreros y maestros de escuelas que emigraron debido a la crisis económica en las Bahamas e Islas Turcas y Caicos. También muchos llegaron como estibadores de los barcos de la línea Clyde Steamship Company, oficio que dominaron por muchos años.
Luego, cuando se construía el ferrocarril Puerto Plata-Santiago a finales del siglo 19, llegaron muchos de esas islas a trabajar en el ferrocarril, así como otros de Saint Thomas, que entonces era una colonia danesa, y se asentaron en gran número en Puerto Plata. A estos últimos, la prensa de la época les llamaba "santomeros" en referencia a su lugar de origen.
El alto número de inmigrantes de las Islas Turcas en Puerto Plata hizo que algunos dijeran que esta ciudad era la "capital de Turquilán" o, simplemente, "Turquilán" (por Turks Islands). El barrio donde se encontraba la mayoría de ellos recibió el nombre de "Turquilancito".
Debemos aclarar que a estos inmigrantes de las Islas Turcas y Saint Thomas nunca se les llamó cocolos en Puerto Plata. El término se limitó a los inmigrantes de las Antillas Menores inglesas que vinieron a los ingenios azucareros, principalmente en San Pedro de Macorís y La Romana.
La inmigración cocola
En grandes proporciones, el movimiento migratorio de los angloantillanos a la República Dominicana se inicia a partir del desarrollo de la moderna industria azucarera por los años de 1878. La razón más importante: la adquisición de mano de obra barata. Los empresarios azucareros, en su afán de producir al más bajo costo posible, lograron encontrar obreros que trabajaran por un salario cada vez más bajo y en condiciones laborales de mínimas exigencias.
Principales regiones cocolas del pais

En esas condiciones llegaron, no solamente de las islas inglesas de Saint Kitts, Tortola, Nevis, Antigua, Santa Lucía, Dominica, Anguila, Saint Croix... sino también de las francesas como Guadalupe, Martinica, y de las Antillas holandesas y danesas como San Martín, Aruba, Curazao, St. Thomas y otras; llegaron fundamentalmente para incorporarse como braceros a la producción de la floreciente industria azucarera de la época, por lo que se localizaron principalmente en áreas portuarias donde estaban los ingenios azucareros de la época: La Romana, Barahona, Puerto Plata, alrededores de Santo Domingo y, especialmente, San Pedro de Macorís que ha sido la ciudad donde la herencia cocola es más significativa.
Las inmigraciones de cocolos fue creciendo de manera sostenida desde el año 1884, cuando vinieron alrededor de 500, hasta el año 1918 cuando se elevó casi a siete mil. El censo del año 1920 registró a 5,763 inmigrantes angloantillanos, de los cuales 3,615, residían en San Pedro de Macorís. Esta proporción se mantuvo hasta el próximo censo levantado en el año 1935, cuando se registraron 9,272 cocolos. A partir de entonces, la cantidad de cocolos disminuye al reducirse la importación de braceros antillanos y a la asimilación de las nuevas generaciones.                                                                   
Entre los inmigrantes no sólo llegaron simples braceros cortadores de caña. Llegaron, y de muy buena calidad, mecánicos, ebanistas, carpinteros, albañiles, pastores evangélicos, profesores, y hasta comerciantes importadores y exportadores. Algunos se dispersaron por ciudades como Santiago, La Vega, Monte Cristi, especialmente como artesanos y profesores de inglés.
En principio, los dominicanos recibieron con cierta prevención a los inmigrantes cocolos, por diferentes motivos. En primer lugar, por la diversidad cultural; el hecho de ser un grupo humano de idioma y religión diferentes al de la mayoría de la población, hizo que fueran mirados como extraños. En segundo lugar, ellos mismos trataron de aislarse como un mecanismo natural de autodefensa y conservación de su propia identidad y cultura.
Para los cocolos, era muy importante resaltar su condición de súbditos ingleses para diferenciarse de otros grupos étnicos:
1.    Los descendientes de los libertos norteamericanos, también angloparlantes, establecidos principalmente en Samaná; y
2.    Los haitianos, semejantes en apariencia física pero muy diferente en idioma, religión y costumbres.

Instituciones sociales cocolas
El cocolo se distinguió desde el principio por su sentido de orden y organización, fundando diversas instituciones sociales, tales como: logias odfelas y sociedades de socorro mutuo, instituciones religiosas, artísticas y deportivas.
Aunque el odfelismo fue introducido por Henry Astwood, vice-cónsul norteamericano, al crear en 1885 la primera logia odfela en el país (Logia "Flor del Ozama"), este movimiento fue impulsado en el país básicamente por los cocolos. Ellos fundaron la Logia "Estrella Puertoplateña" en Puerto Plata el 17 de julio de 1889, y en 1892 fundaron la Logia "Industria", en la ciudad de San Pedro de Macorís. Posteriormente, en 1908, se fundó, también en San Pedro de Macorís, la Logia "La Experiencia" (la "logia de los cocolos") en la que solamente se aceptaban miembros cocolos y sus ceremonias eran realizadas en inglés.
En otras ciudades del país se establecieron logias odfélicas bajo la guía y dirección de cocolos, y luego integradas casi totalmente por dominicanos.
Las sociedades mutualistas (Mutual help) son un legado cultural de estos inmigrantes afroantillanos. Debido a sus características, su campo de acción es muy localizado. Sus actividades normales son de socorrer a sus miembros enfermos o en prisión, de sufragar todos los gastos funerarios cuando ocurre el deceso de uno de sus miembros; también se dedican a celebrar actos culturales, como la presentación de agrupaciones teatrales, musicales y demás.
Aunque algunas personas eran, simultáneamente, miembros de la logia y de alguna sociedad mutualista, la mayoría de las sociedades de ayuda mutua eran obreros mientros que los odfelos ya habían alcanzado en los ingenios puestos de relativa importancia, y cuyo grado cultural estaba por encima del nivel de la mayoría de los mutualistas.
En vista de que en nuestro país la inmensa mayoría de los nativos profesan la religión católica romana y que para la época de las inmigraciones cocolas el protestantismo sólo contaba con un reducido número de seguidores, los cocolos se vieron en la necesidad de fundar sus propios centros religiosos. Estos fueron de varias sectas y se fundaron principalmente en La Romana, Puerto Plata y San Pedro de Macorís. Los hispanoparlantes denominan como chorcha a sus templos (corruptela de la palabra inglesa "church" - iglesia).
Las principales denominaciones protestantes introducidas por los cocolos fueron:
1.    Iglesia Anglicana, establecida en 1897 en San Pedro de Macorís, y denominada actualmente como Iglesia Episcopal Dominicana. Es la que cuenta con el mayor número de feligreses y su sede central está ubicada en Inglaterra.
2.    Fe Apostólica, que inició sus actividades en el año 1930. Su sede central está en Portland, Oregon, Estados Unidos.
3.    Iglesia Moraviana, (actualmente, Iglesia Evangélica Dominicana) establecida en 1907 en San Pedro de Macorís, por el Reverendo John Bloise de nacionalidad inglesa. Su sede principal está radicada en Pennsilvania, Estados Unidos.
4.    Iglesia Africana Metodista Episcopal, la cual inició sus cultos en San Pedro de Macorís, en 1912 y fue fundada por un grupo de ingleses antillanos y su sede central se encuentra en la ciudad de New York, Estados Unidos.
Además, en Puerto Plata se organizaron la Anabaptist Chapel, construida en 1867 y que funcionaba oficialmente sólo cuando venía a oficiar actos de culto su Reverendo desde las Islas Turcas, y la Wesleyan Methodist Chapel, primera iglesia protestante de negros de Bahamas y Saint Thomas en el país. Mediante ley promulgada en 1884, el Presidente Ulises Hereaux (Lilís) le concedió el derecho de propiedad de solar donde estaba situada esta última.
Los cocolos y los deportes
Los inmigrantes afroantillanos se distinguieron, y sus descendientes siguen distinguiéndose, por la práctica entusiasta de algunos deportes de factura inglesa, especialmente el 'cricket' y el boxeo.
El 'cricket' era el deporte principal tanto en las posesiones inglesas como en la metrópoli. De ahí que para cultivar éste, y otros deportes, los cocolos crearon en San Pedro de Macorís, varias agrupaciones deportivas, las cuales se dedicaron a formar sus respectivos equipos de 'cricket'. Algunas de esas agrupaciones fueron "Eton", "Arrow", "San Pedro" (formado principalmente por hijos de cocolos), "Golden Arrow", etc. Las "Eton" y "Arrow" estaban organizadas por seguidores de equipos británicos con esos mismos nombres; los seguidores de la "Eton" también habían formado una sociedad mutualista: la "Eton Benevolent Association".
Los descendientes de esos inmigrantes afroantillanos han abandonado la práctica del 'cricket' por la del 'baseball', dándose el caso de que San Pedro de Macorís es uno de los lugares del país donde más se practica el 'baseball' y una gran cantidad de jugadores profesionales provienen de esa región, casi todos descendientes de cocolos.
Danzas, bailes y representaciones cocolas
Pero los cocolos no solamente trajeron su religión, sus hábitos de trabajo; también trajeron con ellos danzas y bailes muy variados y excitantes y todos llenos de gracia y colorido.
Los pueblos ingleses de las Antillas Menores son producto del cruce racial de negros, antiguos esclavos traídos del África, con esclavistas y colonizadores británicos, siendo aquellos el elemento mayoritario, mientras que éstos, obviamente mantenían la hegemonía político‑económico‑social y, por ende, la cultural. La música, los bailes y las canciones cocolas muestran esos dos componentes.
La música, por ejemplo, es de un ritmo que es casi totalmente de influencia africana, de igual modo, todos los movimientos y pasos de sus danzas son de puro corte africano. Sin embargo, cuando los bailes son dramatizados, la mayoría de los argumentos están basados en "lecciones" bíblicas o en leyendas británicas. Asimismo, la influencia británica se hace sentir en las letras y motivos de las canciones cocolas.
En los bailes, sean dramatizados o no, el conjunto orquestal cocolo que los acompaña está formado por un "base drum", un "kettle drum" y un triángulo, con la inclusión a veces de una flauta. En la actualidad, solamente perduran en los enclaves cocolos de San Pedro de Macorís y La Romana, no encontrándose en los demás enclaves.
Tanto el "base drum" (bombo) como el "kettle drum" o "drummer" (redoblante cocolo) parecen que son tambores militares británicos adoptados y adaptados por los esclavos para su uso en la reinterpretación de dramas ingleses antiguos con la adición de elementos africanos. El bombo que se toca en La Romana es mucho menor que el de San Pedro de Macorís.
Los bailes que trajeron los cocolos son muy variados y excitantes y todos tienen por objeto, además de producir un deleite espiritual, llevar a los espectadores un mensaje de carácter social o religioso. Estos bailes y "juegos" se hacían del 25 de diciembre al 6 de enero pero ya se presentan en otras épocas, como en las fiestras patrias y patronales y durante el carnaval, debido a la integración de la comunidadcocola con el resto del país.
Los principales bailes (o "juegos") son "El Momise" y el Buloyer. Este último, conocido generalmente como Los Guloyas, realmente es un conjunto de bailes y "juegos" diversos.
El momise es un teatro bailado derivado de los "Mummer's Play" ingleses. Aunque hay muchas variaciones regionales, el "Mummer's Play"trata de la lucha de San Jorge y un enemigo nombrado de varias maneras ("Caballero Turco", "Príncipe Negro del Paraíso", etc.). El climax ocurre cuando uno u otro de los protagonistas muere; entonces interviene milagrosamente el "Doctor" y lo resusita. Esta simple historia representa la lucha eterna entre el bien y el mal, luz y oscuridad, la fértil primavera y el estéril invierno. Estas piezas se acostumbran representar generalmente en Navidad y Año Nuevo.
Los guloyas son varios grupos que practican diversos bailes. Uno de esos bailes es el "Baile de los Zancos", que consiste en un danzante en altos zancos que no lleva nada en la mano, trajeado con una chaqueta brillante con muchos espejitos, unas mangas muy largas y el pantalón lleno de flecos. El grupo que le sigue va tocando y bailando.
Otro baile o "juego" es el "Baile del Buey", con un personaje vestido completamente de rojo, con cuernos en la cabeza y con rabo de vaca verdadero en el trasero, que representaba un buey que baila en las calles y corre detrás de las personas; El jefe del grupo lleva un foete con el cual acarrea al buey. Todo esto se hace al compás de la música de tambores, flauta y triángulo. Los danzantes de este baile procedían en su gran mayoría de los ingenios Angelina, Consuelo y Santa Fe.
Otro grupo de "buloyer" se disfraza de indios y escenifica diversos asuntos, forman un círculo y con flechas que van tirando y con ciertas evoluciones de grupo, van haciendo sus ceremonias. El nombre original de este baile es "Wild Indian" ('Indio salvaje'). Presentan tres tipos de baile que son: 1ro. Máscara Loco, que es un baile agitado; 2do. Polka, que es un poco lento; y 3ro. Vals popular en el cual hacen todas sus evoluciones. La música que los acompaña es producida por bombo, redoblante, flauta y triángulo.
Además de los bailes y danzas, los cocolos celebran las parrandas navideñas, durante las cuales van de hogar en hogar, en horas de la madrugada, entonando villancicos. El más famoso es aquel cuyo estribillo reza así: "Good morning, Good morning, give me the guavaberry", que se practica en todos los enclaves cocolos. Otro es el conocido mundialmente Jingle Bell. En las iglesias y en las instituciones sociales, el más cantado es "!Oh! He is a Jolly Good Fellow" (El es un alegre y buen camarada).
La comida cocola
La cocina cocola no se diferencia de la cocina de las Antillas inglesas, donde se consume harina de trigo o maíz en lugar de arroz que es el alimento básico de la comida criolla. Otras diferencias con la comida típica dominicana es el alto consumo de pescado, fresco o seco, lo mismo que la preferencia por determinados vegetales como el molondrón (ocra), la yautía (especialmente la yautía blanca pero también la yautía coco o pipiota).
Algunas comidas típicamente cocolas, y que pueden encontrarse en prácticamente todas las Antillas Menores (con sus variantes) son yaniqueque, domplin, fungi, calalú.
El yaniqueque se prepara con harina de trigo y que se consume frito (la manera preferida en el país) u horneado. El término es una corruptela de 'Johnny Cake' y este a su vez de 'Journey Cake' ('torta de viaje') ya que se conserva mejor que los panes con levadura, importante en viajes largos por el mar. De todas las comidas cocolas, el yaniqueque es la que más se ha extendido por el país.
Los domplins (dumplings), también de harina de trigo, tienen forma de bollos y se comen luego de cocerlos. Los funyis (o fungis,funchis) son similares a los "domplins" pero hechos con harina de maíz y son fritos. Existen muchas variaciones en la confección y consumo de estos dos platos.
El calalú (Callaloo) es una sopa muy típica de las Antillas Menores que tiene un color verde debido a la presencia de molondrones ('ocra') y, especialmente, de hojas de callaloo (Colocasia esculenta, el taro del Pacífico, conocida en la República Dominicana con los nombres yautía coco, pipiota, pastoreo). Aunque generalmente es una sopa de vegetales, en algunos casos se le agrega carne, semejándose al sancocho dominicano, excepto por el color, por lo que también se le llama "sancocho verde".
De las bebidas, la más conocida es el guavaberry, un licor elaborado usando frutos de arrayán, que maduran a finales del otoño y por eso el licor guavaberry está asociado con las fiestas navideñas. El licor se hace mezclando los frutos con ron, frutas deshidratadas (pasas, ciruelas pasa, etc.), especias (canela, vainilla, jengibre) y otros ingredientes.

Referencias
1.     Alfonzo, Miguel. "Los cocolos de SPM: brazo que impulsó industria azucarera a comienzo de siglo", El Siglo, 27 junio 1997, suplemento "Patronales San Pedro de Macorís '97"
2.     Deive, Carlos E.. Notas sobre la Cultura Dominicana. Boletín del Museo del Hombre Dominicano, Año VIII, Núm. 12 (Enero 1979).
3.     Inoa, Orlando. Azúcar. Árabes, cocolos y haitianos. Santo Domingo, 1999.
4.     Lockward, Georgr. Historia del Protestantismo en la República Dominicana. Santo Domingo.
5.     Mir, Pedror. Carta anti-prólogo en Julio César Mota Acosta.
6.     Mota Acosta, Julio César. Los Cocolos en Santo Domingo. Santo Domingo, 1977.


Este trabajo fue realizado por el Prof. José E. Marcano M.
El Círculo Cultural Mayohuacan, toma la iniciativa de reproducirlo en este nuestro blog,
con el único objetivo de educar y difundir nuestras raices culturales.

Willy Marchena.