viernes, 28 de enero de 2011

Carta a: Poncio Pou Saleta

Por: Fatima Portorreal  
Tomado de blogspot: Guabancex, Viento y Agua


Se marcha el abuelo con sus historias y verdades contingentes. Se encamina con seguridad atravesando el puente; al mundo de los sueños o al sacro santo absoluto donde mora lo sagrado. Ha sido imposible frenar tu partida. Necesitabas irte a charlar con los muchachos que partieron antes que tú, en plena soledad, entre las frías aguas de Maimón y Estero Hondo o en las verdes montañas del macizo central, Constanza. No te podemos detener con tentativas afectivas y meditaciones profundas sobre el devenir de nuestro país.
Así tiene que ser, este lugar ya no satisface la memoria por la que luchaste. Las libertades se pierden, se afirma la corrupción y los carteles democráticos son ruinas en los sótanos del Congreso. Sabes muy bien que ya no se hacen esfuerzos, lo individual atraviesa al Congreso, aumentan sus salarios y disponen de “el Barrilito” mientras se engalanan con disfraces de corderos.
Los hombres y mujeres que trabajan la tierra y las fábricas no son tomados en cuenta, los salarios siguen siendo miserables y con pretensiones de ser más bajos por las nuevas cargas fiscales que se avecinan. ¿Han fracasados estos nuevos muchachos? No puedo mentir abuelo… Se olvidaron de tu memoria y del sacrificio de tantos hombres y mujeres que con dignidad y una ética incorruptible que entregaron lo mejor de sí por este país y hasta sus vidas. La memoria de los caídos en Constanza Maimón y Estero Hondo es una prueba imperativa de hallar justicia, de vencer la impunidad, de llevar a cabo la reparación del duelo y de encontrar la cura para sanar este drama histórico de dolor, desaliento, traiciones, corrupciones e irresponsabilidades al hacer la cosa pública.
Estoy aquí diciéndote abuelo, que haremos actos de reparación, que no permitiremos que sigan muriendo nuestros/ niños/as por dengue y  falta de alimento. Te aseguro que los bosques tendrán más árboles y las especies nativas y endémicas reverdecerán la foresta. Te prometemos abuelo que tú memoria la escucharan los poetas y los niños de la calle. Los/as trabajadores/as levantaran la cabeza reconociendo que tu obra se prolonga en el tiempo y la existencia de los caídos en el 1959 permanecerá en los actos de reparación de las riquezas materiales y espirituales que ha sido vulneradas por la violencia. Hoy te despido abuelo con dolor y te prometo que nunca dejaremos que el olvido te alcance.